El Mango del Hacha

Los Consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

Víctor, son las siete Víctor, le dijo Helena a su marido a media voz, lo conocía, sabía que era medio cabrón a la mañana y no le gustaba que lo despertaran a los gritos como a un esclavo, Víctor no acusó recibo, Helena lo tuvo que sacudir un poco, Víctor, dale que ya son las siete, Víctor se incorporó con un suspiro de ultratumba y dijo con una voz nueva: No voy a trabajar nunca más, Bueno dale que se te enfría el mate dijo Helena sin prestar atención al verdadero y profundo sentido de las palabras de su marido, Te dije que no voy a ir a trabajar nunca más y eso es definitivo, inapelable y rotundamente cierto. Es una decisión lúcida y concreta que me fue develada por una porción desconocida de mi inconciente durante el sueño, así que de ahora en más no pienso realizar ninguna actividad que luego me sea gratificada con dinero, Helena tenía los ojos así, no cabía en su asombro y los ojos no le cabían en sus orbitas al punto que casi se le caen, nunca había oído a Víctor hablar de aquella forma, es más, casi nunca había oído a Víctor y ya estaba pensando en los problemas que se vendrían encima ahora que su  cónyuge había enloquecido, Víctor advirtió en la mirada de su mujer lo que estaba pensando y le dijo, No estoy loco Helena, al contrario ¿hasta cuando voy a seguir así vieja?  ¿Hasta cuando vamos a seguir así? Me faltan quince años para jubilarme, los pibes ya son grandes y nosotros nos acostumbramos tanto a todo, a la rutina, a los pesares, al cansancio, a la esporádica alegría, a las noticias, a los muertos, y hablando de muertos nosotros vamos a morirnos sin haber vivido porque la vida es otra cosa Helena y no nos queda mucho por vivir, si no arrancamos ahora no arrancamos más. Los ojos de Helena volvieron a sus cuencas lentamente y ahí se estaban llenando de lágrimas, lo abrazó a Víctor y volvió a acostarse, hicieron el amor y se durmieron, después despertaron definitivamente y se fueron de viaje.

Libertad a Seguro


Josefa se rascó la cabeza y preguntó con gesto preocupado: ¿Ernesto vos me podrías decir porqué nunca me diste un orgasmo? Ernesto se la quedó mirando mientras el mecanismo de su cabeza intentaba ponerse en funcionamiento pero como los engranajes ya estaban secos y las correas a punto de romperse no tuvo otro remedio que preguntarle a Josefa qué carajo es un orgasmo, Josefa metió la mano en el bolsillo del delantal y sacó un papelito que leyó con aplicación escolar: “Dícese de la culminación satisfactoria del acto sexual cuyos efectos en los centros de placer del cerebro producen un éxtasis extremo fugaz y relajante” busqué éxtasis también ¿querés que te lo lea?, No, dijo Ernesto, Dejá, ¿se puede saber de donde sacaste eso? Me lo pasó romina, lo sacó de Internet, pero eso no importa, dijo Josefa, Lo que importa es que vos sos un viejo egoísta que nunca se preocupó por la mujer a la que montaste siempre que tuviste ganas sin preguntarle nunca si le gustaba que la aplastaras noche por medio, Ernesto supo que estaba en problemas y solo atinó a decir, Yo pensé que te gustaba, ¿Alguna vez me preguntaste?, No, pero vos nunca me dijiste nada, ¡Y si no sabía Ernesto!, yo pensé que era así y ahora no va que me entero que en mi puta vida tuve un orgasmo, ya tengo casi sesenta y perdí la virginidad a los 19 con vos, Ernesto estaba atribulado, no sabía qué decir, Josefa aprovechó la ventaja y redobló la apuesta, Quiero un orgasmo y un 69 ahora, yo ya me bañé, andá a bañarte vos y afeitate yo te espero en la pieza.

Mientras se bañaba Ernesto dudó, al principio, pero después salió con la seguridad de un toro de lidia, pensó y dijo, Ella se lo merece, y le dio para que tenga hasta que dijo basta.

Libertad a Seguro


¡Pero como puede ser que seas tan salame!, te dije que ese tipo era un atorrante, ya cuando te dá la mano te das cuenta que en cualquier momento te pasa para el cuarto, te agarra la mano flojita y antes de soltarla le pega un tironcito como si justamente tuviera la intención de arrastrarte a la perdición, un guacho de los que hay que cuidarse, y vos lo sabías porque yo te dije que no confiaras en el, pero no, vos le abriste la puerta de tu casa y le hiciste una copia de la llave, el día que fui y lo vi comiendo con la Gladis te avisé que había algo raro, me di cuenta por la cara de tu mujer, estaba radiante y hacía mohines… los mohines son gestos que hacen las minas cuando están queriendo ser seducidas o después de haber sido contenidas sexualmente, ¡vos no te avivás nunca más!, mirá, yo te quiero y vos lo sabés pero yo soy de los que creen que la ocasión hace al ladrón y que si no existieran los pavotes no habría ventajeros, vos perdoname, pero nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio, la cara que tenés es un a especie de llamador, el tipo te vio la cara y dijo yo a este le saco hasta las ganas de comer y así fue, se quedó con tu mujer con tu casa con tu perro tu televisor tu ropa tu ropero y tu futuro, vos no podés creer que alguien sea tan hijo de puta como para hacer algo así pero a esta altura del partido ya deberías saber que hay mucha gente dispuesta a joder al prójimo ty más si es un gil… sí está bien que creas que es preferible confiar porque sino todos andaríamos cuidándonos del otro y no existirían las relaciones humanas, pero escuchame bien lo que te voy a decir, acá, en Argentina, cocodrilo que duerme es cartera como dijo Omar… el que te la mandó a guardar infeliz.

Libertad a Seguro


Su perfume remitía al mar, no es que oliera a pescado, al contrario. No, al contrario no, en cierta forma sí olía a pescado pero a pescado fresco, sin el contexto de la pescadería o del puesto callejero, el olor que tenía en ese momento era como el olor de la carne fresca de pescado recién muerto y se lo dije, ella se quedó mirándome y me preguntó si la estaba jodiendo y tuve que decirle que no, Debe ser que estoy menstruando, me dijo y se largó a llorar.

Para hacer cumplidos soy horrible, con decirle que me gustaba el olor que tenía y sonreír era suficiente, pero no, tenía que decirle que olía a pescado recién muerto, le pedí disculpas pero a menos que decidiera flagelarme no conseguiría que me perdone, entonces me fui sabiendo que debía quedarme y con la certeza que la vuelta sería peor.

Como tenía hambre entré en un comedor, me senté y pensé en volver a casa y contarle que su olor me había dado ganas de comer frutos de mar lo cual era cierto ¿Porqué debería mentir? ¿Porqué ciertas mujeres no soportan la verdad?, estaba siendo injusto, no era una cuestión de genero, en realidad nadie soporta la verdad pero todos quieren que seas sincero, quizás el truco consista en rediseñar la verdad, ponerle otro ropa y un toque de perfume, justamente, cuando salí del restaurante me fui a una perfumería y me gasté la cuarta parte del sueldo en un perfume importado, cuando se lo llevé me lo tiró por la cabeza.

Libertad a Seguro


Víctor, son las siete Víctor, le dijo Helena a su marido a media voz, lo conocía, sabía que era medio cabrón a la mañana y no le gustaba que lo despertaran a los gritos como a un esclavo, Víctor no acusó recibo, Helena lo tuvo que sacudir un poco, Víctor, dale que ya son las siete, Víctor se incorporó con un suspiro de ultratumba y dijo con una voz nueva: No voy a trabajar nunca más, Bueno dale que se te enfría el mate dijo Helena sin prestar atención al verdadero y profundo sentido de las palabras de su marido, Te dije que no voy a ir a trabajar nunca más y eso es definitivo, inapelable y rotundamente cierto. Es una decisión lúcida y concreta que me fue develada por una porción desconocida de mi inconciente durante el sueño, así que de ahora en más no pienso realizar ninguna actividad que luego me sea gratificada con dinero, Helena tenía los ojos así, no cabía en su asombro y los ojos no le cabían en sus orbitas al punto que casi se le caen, nunca había oído a Víctor hablar de aquella forma, es más, casi nunca había oído a Víctor y ya estaba pensando en los problemas que se vendrían encima ahora que su  cónyuge había enloquecido, Víctor advirtió en la mirada de su mujer lo que estaba pensando y le dijo, No estoy loco Helena, al contrario ¿hasta cuando voy a seguir así vieja?  ¿Hasta cuando vamos a seguir así? Me faltan quince años para jubilarme, los pibes ya son grandes y nosotros nos acostumbramos tanto a todo, a la rutina, a los pesares, al cansancio, a la esporádica alegría, a las noticias, a los muertos, y hablando de muertos nosotros vamos a morirnos sin haber vivido porque la vida es otra cosa Helena y no nos queda mucho por vivir, si no arrancamos ahora no arrancamos más. Los ojos de Helena volvieron a sus cuencas lentamente y ahí se estaban llenando de lágrimas, lo abrazó a Víctor y volvió a acostarse, hicieron el amor y se durmieron, después despertaron definitivamente y se fueron de viaje.

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Líbrenme de los males del mundo
y de ustedes
de los monos
que juegan al fútbol
de los bigotes
y de la gente que llama a las radios
líbrenme de ser
una vocera de la mierda
que componen
déjenme
vibrando a la mañana
con esa gota de rocío
que tiembla
sobre la hoja
déjenme llorando
por la libertad
de un cardenal
enjaulado
y por los pibes
que
indefectiblemente
van a crecer.

Delfina Contreras

Por los golpes
que te diste
cuando no estaba
perdón
por las dudas
por las mañanas frías
perdón
por la escuela
las maestras
y la mochila
perdón
por darte
una vida
que no pediste
perdón
por abandonarte
después
de perder
la inocencia
por llamarte a los gritos
aun estando cerca
por la comida
perdón
por los cumpleaños
por mis amigos
por los platos sucios
y el guardapolvo arrugado
perdón
por el padre que no tuviste
por mi madre
y porque se va a poner peor
perdón perdón perdón
tres veces perdón.

Delfina Contreras

Sueño con
el ropero
que tiene
la puerta esa
que se abre
sola
hace un ruido
así
en medio
de la noche
adentro
las perchas
vacías
cuelgan
desnudas
y tiesas
como reses
creo
estimo
es una boca
que se abre
en la madrugada
para decirme
algo
que me resisto
a entender.

Delfina Contreras

El pan
en la mesa
está quieto
y me mira
entonces
lo rompo
hace ruido
grita
espero
el ultimo
estertor
arranco
sus entrañas
de miga
y sopo
con ellas
la salsa.

Delfina Contreras