Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

En el umbral de la puerta había azulejos, en los azulejos figuras y en las figuras ojos ciegos, ella se sentaba mirando hacia fuera en el umbral de esa puerta a la mañana temprano, entraba a la casa al mediodía, comía algo, descansaba dos horas y volvía a su lugar a seguir esperando, hacía eso, esperaba, no sabia que o a quien esperaba pero no podía dejar de hacerlo.

El pasó una vez y la vio, tres horas después volvió a pasar y seguía ahí, entonces esperó y cuando ella se levantó y empezó a arrastrar la silla hacia para adentro el se metió atrás de ella y cerró la puerta, ella se dio vuelta al escuchar el ruido y buscó en el revoltijo de su memoria, armó con retazos, como en un rompecabezas, la figura de ese hombre que se le metió en la casa, La plata, dijo el, Donde tenés la plata, No tengo plata, dijo ella, No tengo nada, ¿Vos sos Ricardo?, Casi, dijo el, ¿Tenés algo para comer?, preguntó en un tono distinto, menos imperativo, estaba pidiendo con una amabilidad desconocida, Si, dijo ella, Sentate, en un ratito preparo algo y comemos, el se sacó la gorra y la campera se sentó a la mesa y predio la tele, Poné la mesa, dijo ella desde la cocina, El mantel está en el cajón de la derecha, los cubiertos en el de al lado, los platos y los vasos están arriba, el obedeció, alguna vez supo trabajar de mozo, puso los platos enfrentados, los vasos a la derecha apuntados por la punta del cuchillo y la servilleta en triangulo al frente, buscó en la heladera algo para tomar, vino tinto de mesa, soda, encontró pan y puso uno para cada uno al lado del tenedor, ella trajo la bandeja con fideos diciendo, No hay queso, No importa, dijo el, ella sirvió y empezaron a comer en silencio después ella preguntó, ¿Como te fue?, Bien, dijo el y sonrió, ella correspondió la sonrisa y brindaron.

Libertad a Seguro


Había un vestíbulo, seis sillas había, una mesita con revistas viejas y gente esperando en silencio, un cartel se los ordenaba, Aguarde callado, decía, en letras grandes gordas y rojas, detrás de la puerta se escuchaba una música irreconocible chasquidos intermitentes y gemidos de origen incierto, todos los que estaban ahí compraron el diario el día anterior y leyeron el aviso “Cualquier problema repito cualquier problema que usted tenga se lo soluciono por quince pesos, no podría defraudarlos aunque quisiera”, los que salían lo hacían llorando y rápido, no había forma de saber si los resultados eran inmediatos o si el tratamiento era en verdad un tratamiento, nadie sabia que, quien o quienes estaban detrás de esa puerta, las personas entraban y salían llorando en veinte minutos promedio.

Mirta juntó los quince pesos y fue con la esperanza apretada en un puño, Mirta tiene problemas, muchos problemas el mas urgente y el generador de problemas nuevos es la huida de Carlos su marido, el muy cobarde le dejó una nota sobre la cómoda diciendo que se iba, Toco la banda, decía, No me busques porque no me vas a encontrar, las dos palabras con be larga estaban escritas con ve corta, Carlos no solo era cobarde, también era ignorante pero era lo único que ella tenía y lo quería de vuelta. Cuando le tocó el turno entró, detrás de la puerta había un mostradorcito con una vieja vestida de rojo que solo estiró la mano, Mirta le dio los quince pesos y la vieja le señaló otra puerta, entró esperando luz pero adentro no se veía nada, una voz le dijo Cerrá la puerta y sentate, Adonde, preguntó Mirta, En el piso, dijo la voz, Cual es tu problema, Mi marido se fue, quiero que vuelva, Porqué, No se, para que me acompañe, Tu marido es un pelotudo, vos podes conseguir algo mejor, Lo quiero a el, Mirá, vamos a hacer una cosa, vos sabés que ese tipo no te conviene pero lo querés igual, yo te voy a mandar a otro, cuando el salame lo sepa va a volver, ahí vos decidis, te cabe, Si, todo bien, Algo más, Si, otro trabajo, No hay, conformate con lo que tenés que parece poco pero es un monton, Algo más, No, Ahora vas a salir llorando sin saber porqué y acordate que un problema es una solución embarazada, a Mirta le saltaron las lágrimas efectivamente sin saber porqué, la ultima frase del gurú no la entendió.

Pasó exactamente lo que el tipo le dijo, un milagro que solo le había costado quince pesos, nunca sospechó que pasó lo que pasó porque tenia que pasar y porque ella estaba esperando que pase, apareció otro y atrás del otro Carlos el boludo y Mirta se quedó con el nuevo hasta que dejo de serlo, ella también, ahora son viejos y se sientan en la vereda a ver si pasa algo.

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El pibe llamo a la madre y su voz aflautadamente nueva redobló su agudez y la alarma maternal hizo sentir su ulular interno, Mirá lo que hice, le dijo a su progenitora mostrándole con un pequeño dedo índice inquisidor el inodoro, el sanitario era de esos antiguos que tenían una superficie plana donde los desechos quedaban depositados para su posterior análisis visual, no creo equivocarme si digo que ese noble trono escatológico era marca Pescades. Lo que el niño señalaba era un sorete monstruoso que el llamaba con eufemismo infantil caca fea, la madre había visto películas y esa mierda era algo que no se le hubiera ocurrido a Carpenter, Linch y Cronemberg juntos, cuando la cosa parecía tener forma de algo la perdía de inmediato, eso podía haber sido un animal o una planta o ambas cosas, ¿Que comiste?, preguntó ella, Milanesas, dijo el pibe, Eso no es milanesa, Ya se, dijo el niño, Pero yo no comí eso, ella buscó un frasco y unas pinzas y llevó la cosa al pediatra, el pediatra se asustó al punto de tener pesadillas una semana seguida y le dijo que llevara eso a un forense, le anotó el nombre y el teléfono con mano temblorosa y le dijo, Andá, llevale esto y decile que vas de parte mía. De donde salió esto, le preguntó el forense, Del culo de mi hijo, dijo ella, Mierda, dijo el, Exactamente, dijo ella, Mierda, Esto era alguien, dijo el forense dando vueltas el frasco, ¿Como alguien?, preguntó ella, su hijo, señora, si no me equivoco, no era uno, eran dos, ¿Que quiere decir?, Lo que estoy diciendo señora, los pibes eran gemelos y el hijo que usted tuvo parece que se morfó al otro, pasa más seguido de lo que parece, si busca en internet va a encontrar un montón de casos parecidos, ella no buscó en internet y tampoco se llevó el frasco, Para el museo, le dijo cuando se fue, el pibe no se enteró nunca, el padre tampoco, pero el niño empezó a tener pesadillas recurrentes en las que una caca fea le hablaba, hasta el día de hoy tiene problemas de estreñimiento.

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Será que el sol en este cielo azul está meciéndose / o seré yo que tambaleo / con paso inseguro sobre la arena / rumbo al río / donde una caracola / vacía y rota / espera con sed de sangre / la planta arrugada de mi pie derecho / La palometa aguarda / paciente / la merienda está viniendo.

Delfina Contreras

Ahí / al alcance de la mano de mis dedos trémulos / está el vicio y la culpa / En ese recodo / después del baño / alguien me está viendo / parece un espejo pero es mi hijo / Escaparse de una vez / escaparse de a pedazos / escaparse adonde.

Delfina Contreras

Apartar este velo y mirar / ver / reconocer este lugar para reconocerme en él y pertenecer al fin / De un manotazo destaparse / decir acá estoy / estas son mis piernas / lavarse la cara definitivamente y salir / a comprar la comida / con una sonrisa que cada vez dura menos.

Delfina Contreras

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