Brevísimos de sábado (01-11-08)

La maldita pregunta

por Miguel Espinaco

El problema no es Scioli nomás.  Ojalá fuera Scioli, porque sería cuestión de echarlo a patadas y listo.

El problema es la sociedad, es la gente, como los medios de comunicación le dicen ahora, el problema es la opinión publica.

Pero no, tampoco es eso.

Si el problema fuera apenas la necedad de algunos, con un poco de pedagogía sería suficiente, alcanzaría con que hablaran algunos especialistas y explicaran que esto no se soluciona con más represión y con más cárceles y con menos trabas legales para mantener a los sospechosos a la sombra.

El problema es más complejo, es el sistema social que reproduce la locura colectiva, la idiotez de masas, el problema es el sistema económico que multiplica la violencia del miedo, el temor al otro que a su vez ha sido fabricado por ese sistema social que lo ha convertido en víctima condenada a ser después victimario y de nuevo víctima en una rueda delirante.

Unos años atrás fueron las leyes Blumberg y antes había sido la mejor policía del mundo devenida abruptamente en la maldita policía, ¿hace cuanto fue eso?  Ya uno pierde la cuenta.  El debate parece un calco de otros debates, y las preguntas y las repreguntas ya fueron hechas por periodistas que a esta altura ya se deben haber jubilado o deben estar muertos.

“El problema es que esos chicos están convertidos en asesinos” - dicen acalorados algunos charlatanes – “hay que sacarlos de circulación de alguna forma, no puede ser que entren por una puerta y salgan por la otra”, siguen diciendo, y después otros repiten, y después otros más y después los diarios y después las radios.

Entonces alguien aparece siempre que dice “mire don, lo que pasa es que estos pibes no tienen futuro, nacieron en los márgenes, han sido expulsados por la sociedad y ya ni sueñan con llegar a viejos, no tienen otra que matar o morir, hay que resolver eso y no andar haciendo leyes para coleccionar presos”.

El siguiente acto incluye lógicas e inevitables caras de comprensión, quién no va a conmoverse ante esos pibes que no tienen vida entre el barro y el paco.

Pero enseguida nomás, aparece la maldita pregunta: “¿pero mientras tanto?”

La escuchaste, seguro, la escuchás cada vez que se habla de la famosa inseguridad  ¿hace cuanto? ¿una década? ¿dos décadas?  Y siguen haciéndola cada vez para justificar el miedo y la represión:  qué se hace mientras tanto.

Pero: ¿cuánto se supone que va a durar el mientras tanto?


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