Por la puerta de atrás

por Javier González

La casa de gobierno de Santa Fe, la casa gris, es un edificio ecléctico proyectado hacia fines de la primera década del siglo pasado. "La casa de todos los santafesinos" presenta su fachada principal hacia la Plaza 25 de Mayo, la plaza principal de Santa Fe, lugar de marchas, movilizaciones y reclamos.

Ubicada en el polo fundacional de la ciudad, a escasos metros de otros edificios históricos como el Convento de San Francisco y justo frente a otros emblemáticos edificios institucionales como el Palacio de Justicia, la Catedral de Santa Fe, el Colegio Inmaculada Concepción y ahí nomás también del edificio del Arzobispado santafesino, todo un lujo.

Su fachada ecléctica, con mansardas afrancesadas y loggias y almohadillados propios del academicismo italiano, revelan que las clases dominantes de entonces buscaban mirarse en el espejo de la civilizada Europa. Pero esa rica ornamentación que presenta la fachada principal contrasta absolutamente con la parte trasera del edificio, concebida precisamente como eso, la parte de atrás.

Con el transcurso de los años, y la mediocridad de los funcionarios de turno, la Casa de Gobierno fue sufriendo las consecuencias, rajaduras, deterioro, falta de mantenimiento.

Pero la principal agresión que sufrió el edificio vino de parte de los democráticos gobiernos de Obeid y Reutemann que vallaron el edificio para impedir que el reclamo de trabajadores y desocupados interrumpiera las conversaciones entre los funcionarios y burgueses de turno que decidían amistosamente el destino de miles, mientras afuera se hacía tronar el escarmiento.

Así la plaza principal, que debiera ser el espacio democrático y público por excelencia según las palabras de tantos urbanistas, y la Casa de Gobierno, "la casa de todos los santafesinos", pasaron a ser el triste símbolo de lo que significaron fuertes políticas antipopulares, que diezmaron los bolsillos de los trabajadores santafesinos, que empobrecieron las principales ciudades de la provincia, que causaron hambre y pobreza por doquier.

Seguramente desde esas paredes de la Casa de Gobierno partió la orden de represión a los bancarios que luchaban para que el Banco Provincial no pasara a manos privadas, cuando el primer gobierno de Jorge Obeid, quien por entonces era reconocido menemista, privatizador y ajustador de bolsillos "porque el contexto así lo determinaba", según sus propias palabras. Quizás por eso, por ese lejano 1996 no decía las palabras que cacareó en 2003 cuando olvidándose de los balazos y palos que propinó a los trabajadores dijo "No se olviden de que quien está al frente de este gobierno provincial es un peronista y, por lo tanto, tenemos una sensibilidad especial hacia los temas laborales".

Las balas y los palos no terminaron allí, apenas basta recordar el asesinato de Pocho Lepratti y tantos otros en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 y la inundación provocada de 2003, que tantas nefastas secuelas dejaron.

Ese vallado que se colocó para impedir el acercamiento entre representantes y representados, consagrado por la democracia burguesa, fue modificándose con el tiempo. Con el transcurso de los años y en virtud del aprendizaje que las fuerzas policiales y los políticos hacían después de cada movilización, el sistema fue pulido, sofisticándose con el transcurso de las distintas administraciones peronistas. Gobierno del pueblo. Casa de gobierno vallada, muros rajados, desprendimientos de cornisas. Sojeros ricos, trabajadores pobres. Toda una síntesis.

El segundo mandato

El invento de la Ley de Lemas permitió al peronismo mantenerse en el poder, institucionalizando el fraude electoral. Ni más ni menos. Así los candidatos menos votados llegaron a la Casa de Gobierno, como Jorge Obeid en su segundo mandato con solo un 15% de votos obtenidos.

El día de su asunción, con militantes llevados con colectivos y promesas, con bancarios transferidos protestando y con nuevos patoteos a los trabajadores, el entrerriano Jorge Obeid se definió como "luchador y militante justicialista".

En ese marco escenográfico de militantes rentados y una algarabía inventada, sólo explicada por el hecho de haber sido votado por una auténtica minoría, Obeid habló sobre los lineamientos de su próximo gobierno, salud y seguridad para todos, creación de circuitos financieros regionales, obra pública -que ya venía impulsada desde la nación- y revolución educativa.

Sin dudas que la obra pública jugó un rol importantísimo en este segundo mandato y así lo demostró la convicción del gobernador que no dudó un instante en nombrar a sus amigos en el Tribunal de Cuentas, justamente el órgano encargado del contralor del gasto público, que debía velar y controlar la transparencia de las licitaciones públicas.

El Tribunal de Cuentas de la Provincia, en teoría, es un órgano de control externo, un organismo autárquico respecto de los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Su función es aprobar o desaprobar la percepción e inversión de los caudales públicos y declarar las responsabilidades que resulten. "Observar la relación existente entre corrupción, mala administración o mal uso de los recursos públicos a través de una correcta fiscalización, supervisión", según la definición de uno de sus vocales, Hugo Carnevale. Comentaba el periodista Luis Moro en una nota publicada en Tercer Mundo online.

Para conseguir esa transparencia en la obra pública y en los actos de gobierno, Obeid puso en el Tribunal de Cuentas a sus amigos Nora Rita Vallejos y Horacio Ramón Alessandria, sin que sus pliegos fueran aprobados en la Legislatura provincial ya que los senadores justicialistas estaban tan atareados que no brindaron quórum evitando el tratamiento.

En su discurso de asunción había dicho: "Decía el General Perón que las instituciones, como el pescado, se pudren por la cabeza. Esto marca la tremenda responsabilidad que tenemos los que estamos circunstancialmente a la cabeza de las instituciones santafesinas. Nosotros somos los responsables de impedir que se genere en alguien la pudrición, que penetre en el cuerpo social de la institución. A partir de allí debemos cuidar que no se produzcan hechos de corrupción en el resto del cuerpo. Y a eso lo haremos practicando con el ejemplo y vigilando".

Seguramente no tenía en cuenta que la adquisición irregular de 140 motoniveladoras chinas le iba a traer tantos problemas.

En ese contexto inflamado por una vuelta a las raíces peronistas, el luchador Obeid habló: "Hoy, a escasos días del 2004, queremos nuevamente convertir la política educativa en uno de los temas más significativos de la agenda pública y de gobierno (…) Vamos a reparar todas las escuelas en malas condiciones y a construir todas las que se necesiten. Vamos a liberar a los docentes de la carga de atender las necesidades sociales para que se puedan dedicar de lleno a los temas pedagógicos. Los comedores, guarderías y centros de atención quedarán a cargo del área de promoción comunitaria.

Vamos a lograr que la educación se ubique nuevamente en el centro de la escena. Vamos a hacer una verdadera revolución de la educación. Y lo haremos junto con las maestras y directoras que son las verdaderas heroínas cotidianas de la escuela pública. A través de su recta conducta y notable capacidad, contribuyen a revertir los antivalores que fueron degradando a nuestro país".

Mientras que algunos siguen diciendo que este segundo mandato de Obeid fue uno de los mejores y que dejó una provincia ordenada, la revolución educativa anunciada en su discurso de asunción quedó solo en eso, en un anuncio y hasta dirigentes de AMSAFE que habían tenido una política tibia con respecto a su gobierno, señalaron que la gestión de Obeid había dejado muchas deudas.

Casa sin vallas

A nivel simbólico, la primera decisión del gobierno socialista de Binner, ha tenido gran repercusión y aceptación. El retiro de las vallas que ponían un freno a los reclamos marca una importante diferencia con los últimos gobiernos peronistas. El tiempo dirá si esto es solamente una operación de maquillaje o es una convicción de un gobierno que sin dejar de representar intereses burgueses, plantea otro tipo de relación con los trabajadores provinciales.

Hoy la Casa de Gobierno está sin las vallas que la acompañaron durante estos años y un esqueleto metálico de andamios la cubre con decenas de obreros que intentan reparar las cicatrices que dejaron los años.

La fachada principal podrá recuperar lentamente su esplendor, la fachada trasera seguirá despojada de adornos y seguirá siendo simplemente la parte de atrás, el mismo lugar por donde el 11 de diciembre, Jorge Obeid salió luego de culminar su mandato, entre la apatía de todos y los aplausos de nadie.


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