Reportaje a Horacio Tarcus

"Como excedemos al capitalismo con formas de gestión distintas"

por Enzo Vicentín, Miguel Espinaco y Juan Altamirano

Horacio Tarcus es doctor en historia por la Universidad Nacional de La Plata y docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña (1996), Mariátegui en la Argentina (2002) y el Diccionario biográfico de la izquierda argentina (2006). En 1998 fue uno de los fundadores del CeDInCI, el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina que dirigió durante varios años y del que hoy integra su comisión directiva. Desde diciembre de 2005 a enero del 2007 fue subdirector de la Biblioteca Nacional. Es codirector de la revista El Rodaballo y tiene en preparación la antología Presencia de Marx en el pensamiento argentino (1890-1983).

Estuvo en Santa Fe para la presentación de sus libros "Marx en la Argentina" y "El Diccionario Biográfico de la izquierda en la Argentina" y nosotros estuvimos allí para escucharlo y para hacerle un reportaje para esta revista. El tiempo no alcanzó, entonces Horacio pasó el sábado a la mañana por la radio y allí, en vivo, tuvimos esta charla que ahora desgrabamos para todos nuestros lectores.

Mdh: ¿De que se trata, este intento inédito de abordar la historia de la izquierda argentina en formato de diccionario?

Mi idea con el diccionario era hacer un instrumento para el investigador, el lector curioso, el historiador del social del movimiento obrero o del arte, que muchas veces encuentran citados en libros o artículos periodísticos, personajes que organizaron una huelga, promoviendo la reforma universitaria del 18, o hablando en una movilización del 1º de Mayo. Muchas veces uno se preguntaba quienes eran estas personas, de que experiencia militante venían, como se iniciaron políticamente y porque aparecían citados en algunos libros, que paso con esas vidas. Yo quería seguir los itinerarios militantes de esas personas, trabaje en un universo muy amplio, pero reporte en total 530 biografías, que puse al servicio del investigador y el lector.

Pero hay un segundo interés que excede lo científico y lo historiográfico, que apunta a que el diccionario sea un lugar ecuménico de memoria de las izquierdas, porque están todas las izquierdas reunidas en el trabajo. Esperando que sirva para ampliar nuestra imaginación histórica, que podamos salir de la veintena de figuras políticas que todos conocemos. Muchos pueden tener acceso a la información de quien fue Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Rodolfo Walsh o John William Cooke, pero si salimos de una pequeña cantidad de nombres y nos ponemos a pensar quien fueron los dirigentes anarquistas, los huelguistas, si eran de familia obrera, si luego se hicieron socialistas, comunistas o radicales, etc. Recuperar esas experiencias, respetando el armado intrincado que tiene una vida. En los diccionarios oficiales de historia Argentina esta gente no entra casi por definición, pero en los libros partidarios son ingresados de una manera aséptica, por ejemplo en una publicación comunista si un militante tuvo un pasado anarquista se lo menciona con pudor, tan solo en un renglón y viceversa. Desde la izquierda discutimos la historia oficial argentina, pero paradójicamente a veces construimos historias oficiales. A mucha gente el diccionario no le gustó porque no responde a ninguna línea en particular.

Mdh: Imaginamos que se te ha preguntado mucho acerca del criterio que elegiste para delimitar el espectro de la izquierda…

Si. Uno de los motivos de debate fue incluir o no en el trabajo la izquierda peronista, se me ha cuestionado mucho por eso. Pero para mi el diccionario no intenta necesariamente valorizar ni entusiasmar a todos por igual. Yo trate de ver quienes son todos los que jugaron en el campo de la izquierda, quienes se definieron de izquierda, quienes querían hacer una una revolución social, con tintes más liberales, más anarquizantes, más comunistas, mas nacionalizantes. Yo no podía borrar la historia del peronismo, puedo discutirlo, me puede gustar más o menos, pero existió, mi idea es ponerlo y que se discuta y ver que aportó cada cultura política a las luchas sociales.

Mdh: En el caso de Marx en la argentina, hay un interés en abordar que pasa con la recepción de la obra de Marx en el país desde fines del siglo XIX hasta 1910.

Yo intente mostrar que la recepción de Marx en la argentina es muy temprana, una de las primeras en América Latina y en el mundo, recibimos las ideas marxistas y socialistas casi en simultaneo con muchos países europeos. Esa llegada tuvo vías un poco insólitas. No es que el marxismo llega en 1890 con el Partido Socialista, en realidad hay una prehistoria que arranca con los emigrados franceses de la Comuna de Paris, son los primeros que traen no estrictamente el marxismo entendido como un cuerpo de ideas y teoría critica, pero si llegan los primeros documentos del Marx de la primera internacional.

En 1873 llega al país un emisario de Marx, Raimundo Wilmar, un hijo rebelde de la nobleza belga, enviado por la Asociación Internacional Trabajadores para ayudar a reforzar a los exiliados de la Comuna de Paris que había formado acá la primera sección. Wilmar trae consigo en una valija - según pude documentar - que contiene las primeras traducciones del Capital en francés, fue una edición popular que salió en fascículos. Lo curioso es que al poco tiempo de ser editado esto en Francia, llega este belga con ejemplares y se los reparte aquí a los internacionalistas.

Un segundo Hito son los exiliados alemanes que vienen expulsados por las leyes antisocialistas del canciller Bismark. Muchos deciden irse a los Estados Unidos, y unos pocos vienen a la Argentina. La historia de nuestro país estaba muy poco estudiada. La experiencia del grupo Forward aparece citada casi esporádicamente en las historias del movimiento obrero, pero yo tuve la suerte de dar con una colección de periódicos del grupo y con una traducción hecha por investigadores alemanes que se pusieron a estudiar una buena cantidad de artículos que me ayudaron mucho en la investigación. Después continúo con la generación de los socialistas criollos, como Juan B. Justo, José Ingenieros, y finalmente el volumen se cierra con la recepción de Marx en el mundo académico, en la formación de las ciencias sociales en la argentina. Yo trato de demostrar que los cuentistas sociales argentinos como Juan Agustín García, Ernesto Quesada, están leyendo Marx, están discutiendo con el y enseñándolo en sus cátedras.

Mdh: Pasando un poco al terreno de la política actual ¿Qué opinas vos del marxismo y de aquellos sectores que se reivindican marxistas en la Argentina?

La producción en cuanto a teoría marxista por parte de los grupos políticos es bastante escasa, es más una intervención militante, y la apelación al marxismo es más que nada una apelación con citas de autoridad, no hay un desarrollo del marxismo por parte de las corrientes políticas. Hay también un cierto marxismo mas académico e intelectual, que es un fenómeno nuevo en el país, ya que el marxismo siempre tuvo una inserción bastante precaria en el mundo universitario, como estamos viviendo un proceso democrático prolongado, esto permitió darle continuidad a cátedras , revistas, donde se dicta Marx, Gramsci, La historia de la URSS, Lukács, Holloway, etc. Es un momento de estudio, de revisión, de relectura de ciertos clásicos.

Pero en cuanto a la producción por parte de los partidos en general me parece que siguen atados a cierta dogmática, un intento de revivificar un marxismo - guión leninismo que resulta poco productivo para pensar hoy la política.

Mdh: En el caso del marxismo, ¿Pensas que puede ir de la mano de los procesos latinoamericanos actuales?

Los ejemplos de Bolivia y Venezuela, son procesos distintos, pero que de algún modo habilitan a hablar otra vez de si estatización o socialización es lo mismo, si lucha de clases, cual es la relación de las clases con el estado, si esto implica revoluciones o hay reservar el nombre de revoluciones a los viejos modelos insurreccionales, si estamos ante una nueva etapa estratégica en América latina, si el leninismo y la tercera internacional fue un primer momento en el pensamiento estratégico, si luego los movimientos guerrilleros a partir del 59 y a lo largo de los 60 y 70 signaron un segundo momento, y si hoy después del reflujo y las derrotas se esta pensado en nuevas formas de transformación revolucionaria, que implican combinar huelgas insurrecciónales con procesos democráticos y constituyente, con partidos que se presentan a elecciones.

Todos los procesos que están en curso, en Ecuador, Brasil, Venezuela, Bolivia, Uruguay incluso Chile y la argentina, con signos políticos socialistas, laboristas o petistas, de algún modo nos obligan a pensar otra vez la relación entre el estado y las clases, que son las transformaciones estructurales, nos obligan a pensar estos viejos problemas y al mismo tiempo a replantearnos las tradicionales categorías. Yo creo que son procesos que exceden los viejos imaginarios insurreccionalistas leninista o guevaristas, anclados en la vieja perspectiva de Lennin del 17 o de Guevara de los 60, no se entiende mucho lo que pasa por ejemplo en Venezuela o en Bolivia.

Yo creo que hay una vuelta a la presencia del estado en determinadas decisiones macroeconómicas que se habían delegado al mercado en las décadas pasadas, hay un retorno a la empresa estatal, de recuperación de patrimonio nacional, riqueza minera, y esto vinculado a políticas neodesarrollistas. Yo creo que en relación a las políticas neoliberales de los años 80 y 90 esto es un avance, me parece que tiene que ver con una conquista del campo popular que luchó y resistió al neoliberalismo como pudo. En algún momento tuvieron ilusiones al colapso del estado populista, y así como los países del este europeo reclamaron libertades políticas y de mercado, aquí se avaló al gobierno menemista, la clase obrera en gran medida lo voto y reeligió. Yo creo que hoy ciertos sectores de la dirigencia política como el caso de kirchner entendieron la inviabilidad de viejas formas políticas y ciertas recetas económicas e intentaron armar una nueva estructura de poder que implica una especie de retorno del peso del estado y los controles políticos. El riesgo desde mi modo de verlo es caer en un nuevo ciclo estatal populista que lleve otra vez al colapso del estado y nos lleve a un nuevo auge del liberalismo. El gran desafío es inventar otra cosa, es salir de la gestión burocrática estatal como la conocimos.

Mdh: ¿Qué opinas del nuevo gobierno que se viene?

En relación al nuevo desarrollismo y las postura del las izquierdas, hay quienes como Claudio Katz, que consideran que el enemigo no es el neoliberalismo sino el neodesarrollismo. Yo no estoy de acuerdo con la postura de Katz, porque me parece que los neodesarrolismos implican una recuperación de la situación de exclusión social, miseria y desocupación grave que se vivió en los 80 y 90. Yo como tipo de izquierda y de clase media mas o menos acomodada que las crisis me afectan pero que difícilmente me conviertan en un desocupado, tengo una responsabilidad ética, no puedo decir cuanto peor mejor o que es lo mismo el neodesarrollismo que el neoliberalismo, o como se dice medio en broma medio en serio que el kirchnerismo es el menemismo con derechos humanos. Yo creo que en la medida en que existan ciertas políticas de desarrollo y emerge una burguesía argentina o brasileña, y se le pongan cotos y condiciones al capital internacional, que se pulsea con las privatizadas. Esto no es un socialismo ni mucho menos, pero es un capitalismo menos salvaje que el que sufrimos en décadas anteriores.

Yo diría entonces que no se trata entonces de pensar al neodesarrollismo como enemigo, sino como excedemos al capitalismo proponiendo formas de gestión distintas, un proyecto colectivo que no implique ni el dominio del mercado ni tampoco una supremacía estatal que sabemos que no nos lleva a ninguna parte. Me parece que en ese sentido todavía no estamos maduros con respecto a que forma de gestión o de transmisión querríamos los socialistas para exceder al capitalismo, que haríamos nosotros con las empresas por ejemplo reestatizadas, que propone la izquierda, una nueva burocracia estatal? Y no lo digo en sentido despectivo, porque ojala tuviéramos una estructura racional estatal al estilo hegeliano, hoy no existe una YPF y un Mosconi, pero si no confiamos en la gestión del capital, que hacemos entonces ¿Confiamos en el estado o en una forma de gestión colectiva? Si es una forma colectiva ¿Qué implicaría? Caberla preguntarnos entonces con que estructura de mando, como se articularían las decisiones democráticas con las técnicas, que lugar tendría lo político y lo técnico, etc. Ahí es donde me parece que la izquierda tendría que tomar la palabra.


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