Breves de sábado (15/09/07)

La cafetera

por Miguel Espinaco

Hoy quería aprovechar este espacio editorial de nuestro programa para sumarme a la campaña de desprestigio contra el senado provincial.

Ya se que no hace falta mucho para hacer una campaña así, ya se que los senadores hacen suficiente para desprestigiarse solitos. Pero si uno se queda con eso, corre el riesgo de quedarse corto. Enseguida sale alguno que dice el problema se reduce a estos senadores y no al senado, de hecho ya anduvo haciendo declaraciones de ese estilo la vicegobernadora Bielsa, hablando bien del senado pero diciendo qué feas estas discusiones así y hablando bien de los subsidios pero diciendo es mucho, no hay que exagerar.

Entonces lo digo clarito para que no haya confusiones: los subsidios son una porquería aunque los senadores fueran carmelitas descalzas - que no lo son - y, más importante todavía, la cámara de senadores es una institución ultra antidemocrática y habría que abolirla sin más ni más.

Vamos por parte. Lo de los subsidios debería estar bien claro: aunque fueran usados íntegramente para fines solidarios, cosa que todos sospechamos que no ocurre. ¿Por qué se supone que habría que darle a una persona el derecho de elegir a quién subsidiar y a quién no? A esta escuela le doy a esta no, a este hospital sí a este Samco no. La verdad es que resulta completamente indefendible que exista este derecho, insisto, más allá de toda sospecha de corrupción, aunque los senadores fueran todos buenos muchachos pletóricos de buenas intenciones. Que no lo son.

La cuestión es que toda esta discusión del nuevo aumento de los subsidios sacó a la luz otro debate y los muchachos peronistas - pero no solo ellos - empezaron a mostrar los dientes, por las dudas. Detrás de la crítica feroz que recibieron, empezaron a sospechar la intención de algunos de terminar con el Senado. Por eso el debate giró hacia allí y allí voy a meterme para opinar que sí, que hay que terminar con el senado.

Digamos que las instituciones de esta supuesta democracia son en general antidemocráticas. Alcanzaría con decir que el dinero compra votos vía subsidios o que los seduce vía publicidad o vía periodistas que forman opinión a gusto y paladar, o alcanzaría con decir que en Santa Fe los diputados no se eligen proporcionalmente a los votos, o alcanzaría con decir que a los jueces - que deciden muchas cosas - no los vota nadie. Pero hablemos del senado que es el tema de día: el senado es un reducto particularmente antidemocrático.

Es extraño, pero los que argumentan para defenderlo lo hacen reconociendo esta característica: el senado "es de una importancia extraordinaria, porque vale lo mismo una ciudad como Rosario que un Departamento como Vera" dice la vicegobernadora y uno debe suponer que pretende hablar a favor cuando dice que es recontrademocrático que 37.676 verenses voten a un senador y que también a un senador solito voten 876.597 rosarinos.

La defensa de lo indefendible parece no tener límites. Raul Gramajo, senador por el Departamento 9 de Julio, habló de federalismo, olvidando o queriendo olvidar que los departamentos son apenas divisiones administrativas y que ese argumento - que es utilizado mucho en el senado nacional, otra cueva antidemocrática - merece a nivel provincial un cero en educación cívica. Rául Gramajo, vale decirlo, es senador porque obtuvo 8413 votos, una cantidad de votos que apenas alcanza para ser concejal en Rafaela. "Cuando Jefferson preguntó a Washington por qué habían decidido instituir un Senado, éste a su vez le preguntó: ¿Por qué se vierte el café en la cafetera?, a lo cual Jefferson respondió: Para enfriarlo. Pues nosotros, replicó Washington, vertimos la legislación en la cafetera senatorial para enfriarla" les explicó Gramajo a sus socios que, obviamente, se rieron muchos con su gracioso ejemplo histórico, ejemplo que en realidad no tiene nada de gracioso.

Fue así que entre broma y broma, el legislador reuteperonista dijo por una vez la verdad, contó la razón verdadera por la cual una institución casi medieval y tan ostensiblemente antidemocrática, sobrevive en las llamadas democracias modernas: es porque el senado sirve para enfriar la legislación, para que no pasen en caliente los reclamos sociales que son los reclamos de los votantes contra los cuales, precisamente, están organizadas las instituciones de esta democracia.

Y si no, que este cuentito de la cafetera para enfriar las leyes me lo venga a contar Gramajo a mí, que soy bancario transferido…


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