Breves de sábado (18/08/07)

Terremotos

por Enzo Vicentín

El devastador terremoto que afectó a una gran parte de Perú fue la noticia trágica de esta semana. Hasta ayer se contaban en 520 los muertos y en 1200 los heridos, pero se espera que esa cifra se duplique a medida que los trabajos de remoción de escombros avancen. Ciudades destruidas: el 80% de las viviendas en la ciudad de Pisco fueron dañadas; 60% de Ica; el 55% de Chincha y el 30% de Cañete. Servicios públicos colapsados, agua, luz, red vial, teléfonos… falta de todo. Miedo a las réplicas posteriores al movimiento sísmico que alcanzó los 7,5 grados en la escala de Richter. Desesperación y carestía, ayer ya se registraban saqueos en Pisco.

Una tragedia muy grande la que está atravesando el pueblo peruano, pero para desaliento de ellos y de todos los que pensamos que las vidas humanas valen más que cualquier otra pérdida, el terremoto más importante, la tragedia más importante de esta semana no fue la de Perú sino la de los mercados financieros. Es verdad que no hay sismógrafos en las bolsas más importantes del mundo, pero el sacudón que está atravesando el mercado financiero y principalmente la economía de los Estados Unidos se siente en todas partes, y, aunque nos duela, es más importante que la catástrofe peruana.

Un gran triunfo de los liberales en el mundo ha sido que la comprensión y el movimiento de la economía sean patrimonio de quienes tienen el saber técnico de la economía. Es decir, los economistas de bancos, aseguradoras, fondos de inversión o fundaciones que se disfrazan de gurúes, de consejeros sabelotodo que casi siempre exponen, subidos a la tarima de la autoridad, ideas y sugerencias empapadas del neoliberalismo más ortodoxo.

La lectura de los diarios debiera informarnos y explicarnos, pero no ayuda en casi nada a tratar de entender las causas de este sismo bursátil. Y si nos dejamos llevar por las breves interpretaciones de quienes escriben en diarios nacionales, el origen del problema de los mercados parece estar en la brusca caída del mercado inmobiliario estadounidense. Durante toda la semana las bolsas, los bonos, el dólar, todo anduvo a los cimbronazos, al igual que las construcciones edilicias de varias ciudades peruanas.

La magnitud de la destrucción del movimiento de la tierra tendrá como consecuencia, en un largo período de reconstrucción, la inversión de muchos millones de dólares para volver a levantar las paredes y las vidas de los afectados por el terremoto real y sensible. Pero esa inversión nunca podrá compararse con las inversiones que en forma de salvavidas los bancos centrales más importantes del mundo hacen para que el invisible e insensible sismo bursátil no siga sacudiendo la vitalidad del capital financiero.

En tres días de crisis la Reserva Federal estadounidense, el Banco Central Europeo y el Banco Central de Japón pusieron en mercado más de 360 mil millones de dólares. Una cifra obscena, ofensiva para la humanidad entera. Pero totalmente razonable en este mundo del capital y sobre todo del capital financiero donde día a día el dinero hace más dinero y luego más dinero, y en esa irrealidad donde la única materialidad es la del billete los capitalistas nos muestran que salvar la vitalidad del gigante mercado financiero vale 360 mil millones de dólares, o más si contamos todas las intervenciones que en la historia se han hecho para que ese monstruo siga produciendo renta. Cuan importante es para este mundo esa entelequia obscena, ofensiva y millonaria, mucho más importante que los cientos de miles de peruanos que perdieron todo y que a lo sumo serán el destino de algunos pocos millones de dólares que aportarán la ONU, la Cruz Roja y el gobierno de Perú. La importancia de los sismos se mide en la cantidad de dinero que mueven, y lamentablemente ninguna tragedia real y humana es o será ayudada con 360 mil millones de dólares, incluso las tragedias cotidianas del hambre y la salud deteriorada. La tragedia del final es darse cuenta con que prioridades se maneja el capitalismo.


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