Breves de sábado (28/07/07)

Peligro inminente

por Miguel Espinaco

Unos días atrás era noticia: el presidente George Bush llegó a uno de sus más bajos niveles de popularidad, algo así como el 65% de los norteamericanos ya no lo quiere ver ni dibujado. En realidad se escucha más claro si te lo digo al revés: es tan alta ya la impopularidad de Bush, que ya pelea cabeza a cabeza con la que lograra Nixon un tiempito antes de Watergate, tanto así.

El asunto no es menor y obviamente uno sospecha que estos desplomes de Wall Street que están conmocionando mercados a lo largo del ancho mundo tienen bastante que ver con esto: popularidad para el consenso, consenso para la guerra, guerra para el petróleo y petróleo como talón de Aquiles de la economía yanqui, parecen factores que si bien no necesariamente se infieren uno del otro, algo deben tener que ver.

El debate sobre el momento y el modo para el retiro de las tropas no es para nada nuevo, pero ahora ya llegó al interior de la Casa Blanca. Al principio fueron los demócratas con sus votaciones y en Mayo, Hillary Clinton - que en el 2002 había estado a favor de la guerra - le pidió al Pentágono que informara de la planificación para la retirada de los más de 160.000 soldados desplegados en Irak. El subsecretario de Defensa, Eric Edelman, le respondió entonces que no había que hablar en público de ese asunto y Hillary se le enojó. Ahora las cosas cambiaron y por estos días fue el mismísimo Secretario de Defensa de EEUU Robert Gates, el que se dignó explicarle cuidadosamente que se quedara tranquila, que "puede estar segura de que tal planificación está en marcha con mi participación activa", tal lo que le escribió en una carta.

El cambio de tono no es casual. Citando a funcionarios del Gobierno y a consultores, el New York Times cuenta que estos funcionarios temen que los últimos pilares del apoyo político a la estrategia de Bush en Irak entre los senadores republicanos "estén colapsados". Ya no se trata sólo de la oposición demócrata: cuatro senadores republicanos más han declarado recientemente que ya no apoyan la estrategia de Bush en Irak.

En medio del tironeo, el presidente norteamericano intenta mantener en pie lo que pueda de un discurso que se le hace jirones y afirma que el terrorismo "está más débil de lo que hubiera sido" gracias a que Estados Unidos lo ha atacado en países como Afganistán o Iraq. Mientras tanto, los informes de inteligencia que se filtran a cada rato a los diarios de primera línea, afirman por el contrario que Al Qaeda se ha fortalecido y que ha establecido un refugio en las áreas tribales más remotas del oeste de Pakistán, donde adiestra a militantes y planea ataques.

Claro, no hay duda que el desmoronamiento de la imagen de Bush, de este Hitler con armas atómicas, es una buena noticia. Pero también - hay que decirlo - es un peligro inminente.

George W Bush no es solamente un señor muy malo que llegó allí, donde está, por casualidad. La flor y nata del capitalismo mundial, la patota empresarial que junta con palas los dividendos sin fin que otorga el complejo militar industrial, lo puso allí para que maneje la sobrevida de la rapiña capitalista que se maneja así, meta invadir y matar, no saben de otro modo.

Lo digo de nuevo. El desmoronamiento de Bush y de su política de invasión permanente es entonces una buena noticia, pero como pone en riesgo negocios que no tienen pudores ni moral alguna también constituye un peligro - ¿qué no harán? - también significa un alerta de nuevos atentados o de nuevas invasiones o de nuevas conmociones que le permitan seguir viviendo a costillas de la sangre y de la muerte, como hasta ahora.

Así que mejor estar atentos.


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