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Los Consejos de Seguro

Por Adrián Alvarado

     El poema publicado por casi todos los medios gráficos, que fue leído en casi todos los programas de radio, que maestros y profesores leyeron a sus alumnos y que todo el mundo elogia es un plagio.

     Dicho poema, llamado "Teníamos un río" o "Empezar de nuevo", firmado por un anónimo primero y luego por Carlos Guillermo Garibay, fue reproducido por este pasquín virtual en el número anterior. Seguro Silva escribió el poema original allá por 1983 y apareció en letra de molde en una pequeña revista independiente de literatura alternativa.

     Seguro Silva se siente ligeramente ofuscado por el atrevimiento de Garibay y quiere publicar el poema original porque siente que dicho sujeto se atrevió a modificar una "Poesía" para transformarla en un adefesio politicamente correcto y oportunista. A las pruebas nos remitimos. Comparen y vean.

Teníamos un río ahora tenemos dos.

Yo le tenía miedo a lo oscuro,
Hasta que se me acabaron las velas.

Yo no me aguantaba el frío,
Hasta que me compré el gamulán.

Yo le tenía miedo a los muertos,
Hasta que conseguí trabajo en una casa de sepelios.

Es más, yo le tenia miedo al espanto,
Hasta que conocí en persona a Gómez Fuente.

Yo sentía rechazo por rosarinos, porteños e ingenieros,
Hasta que empecé a sentir rechazo también
por colectiveros y cantantes flamencos.

Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo,
Hasta que se lo di a un niño con hipotermia
y le quedaba grande.

Yo elegía cuidadosamente mi comida,
Hasta que me retaron.

Yo desconfiaba de la tez cobriza,
Hasta que un brazo fuerte me sacó del agua
cobrizo, se entiende.

Yo creía haber visto muchas cosas,
Hasta que vi Mingo y Aníbal contra los fantasmas.

Yo no quería al perro de mi vecino,
Hasta que le di de morfar un bife envenenado.

Yo no me acordaba de los ancianos,
Hasta la arterioesclerosis
Ahora me acuerdo de la mitad de las cosas.

Yo no sabía cocinar,
Hasta que aprendí.

Yo creía que mi casa era la más mejor de todas,
Hasta que tuve que usar el verbo ser en infinitivo para referirme a ella.

Yo estaba orgulloso de mi sombrero de fieltro,
Hasta que empecé a usar capelina.

Yo casi no escuchaba radio,
Hasta que le compré pilas.

Yo criticaba a los estudiantes por quilomberos,
Hasta que en la noche de los bastones largos tuvieron su merecido.

Yo vivía en el bosque muy contento,
Hasta que pisé una trampa para osos.

Yo vivía en una comunidad con una clase política,
Hasta que me fui a vivir adentro mío
Ahora vivo bajo la dictadura de mi cerebro obtuso.

Yo no te conocía,
Ahora tampoco.

Teníamos un río,
Hasta que descubrí que teníamos otro
Y una laguna y un lago.

Es la mañana.
El sol no salió y el frío me llenó el cesped de lentejuelas blancas
Gracias al Dios que nos ignora e ignoro
Voy a lidiar con un nuevo día.

      Seguro Silva (Preso por voluntad propia)
      Santa Fe, 1983. 

Empezar de nuevo.

Yo le tenía miedo a la oscuridad,
Hasta que las noches se hicieron largas y sin luz.

Yo no resistía el frío fácilmente,
Hasta que aprendí a subsistir en ese estado.

Yo le tenía miedo a los muertos,
Hasta que tuve que dormir en el cementerio.

Más aún, yo le tenía miedo al espanto,
Hasta que tuve que dormir en el crematorio.

Yo sentía rechazo por los rosarinos y por los porteños,
Hasta que me dieron abrigo y alimento.

Yo sentía rechazo por los judíos,
Hasta que le dieron medicamentos a mis hijos.

Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo,
Hasta que se lo di a un niño con hipotermia.

Yo elegía cuidadosamente mi comida,
Hasta que tuve hambre.

Yo desconfiaba de la tez cobriza,
Hasta que un brazo fuerte me sacó del agua.

Yo creía haber visto muchas cosas,
Hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles.

Yo no quería al perro de mi vecino,
Hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse.

Yo no me acordaba de los ancianos,
Hasta que tuve que participar en los rescates.

Yo no sabía cocinar,
Hasta que tuve frente a mí una olla con arroz y niños con hambre.

Yo creía que mi casa era más importante que las otras,
Hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas.

Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
Hasta que todos nos transformamos en seres anónimos.

Yo casi no escuchaba radio,
Hasta que fue la que mantuvo viva mi energía.

Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,
Hasta que de a cientos me tendieron sus manos solidarias.

Yo estaba bastante seguro de cómo serían mis próximos años,
Pero ahora ya no tanto.

Yo vivía en una comunidad con una clase política,
Pero ahora espero que se la haya llevado la corriente.

Yo no recordaba el nombre de todas las provincias,
Pero ahora las tengo a todas en mi corazón.

Yo no tenía buena memoria,
Tal vez por eso ahora no recuerde a todos,
Pero tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos.

Yo no te conocía,
Ahora eres mi hermano.

Teníamos un río,
Ahora somos parte de él.

Es la mañana.
Ya salió el sol y no hace tanto frío.
Gracias a Dios.
Vamos a empezar de nuevo.

      Guillermo Garibai (médico inundado)
      Santa Fe, Mayo 2, 2003. 

     Delfina Contreras es una escritora que quiere ser reconocida por su obra y no por los avatares de su vida, por esa razón no me permitió reproducir, en este medio, algunos datos de su biografía que consideré interesantes. Convinimos en publicar el poema número 18 de su último libro inédito "El porqué de las cosas sin respuestas".

     Me explico en parte
     Y en partes me asumo
     Paso a paso encorsetada

     Un alma que no vive
     Ni late
     Simula caminar
     Pero no anda
     Transcurre
     No perdura
     No se impone
     No duda
     No existe.

     Soy conglomerado y una parte
     Represento un personaje
     En el ensayo
     De la obra que soy
     Y nunca estreno.

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