Ir a la portada

Sí, sí, sí. No, no, no.

Por Enzo Vicentín

     “El” animal político, o el más animal de los políticos, no sé, me refiero a Carlos Menem, no se presenta al ballotage del próximo domingo.
Una verdadera barra de hielo (bien grande) que se desliza por la espalda del gobierno saliente de Duhalde, que ya palpitaba la fiesta del domingo en donde el viento patagónico-santacruceño iba a dejar al riojano más famoso por el suelo. “Kirchner está acostumbrado al frío del invierno austral, y la barra de hielo no le dolió tanto como a Duhalde, que veranea en Pinamar” dijeron allegados a la Casa Rosada, que en ese momento tenían los labios más morados que una remolacha.

     Terrible golpe bajo el del turco Menem, que al tener el apellido capicúa le da lo mismo empezar por cualquier parte, con tal de lograr lo que busca. ¿Y que es eso que busca? Seguir siendo “él” político, el más famoso, el que siempre esté en boca de todos, y si eso requiere bajarse de la candidatura, lo hace. Mmmmm, esa lectura de la renuncia a la segunda vuelta no me cierra del todo, pienso que acá hay gato encerrado, y no me refiero precisamente a la Pradón que no pudo salir del Hotel Presidente a causa del tumulto que en la puerta se estaba armando. Esto de Menem fue una respuesta a todo el chicaneo que Duhalde le venía armando para hacerlo encabronar, pero ojo, porque el riojano sabe por viejo y llamó a los ingenieros que le hicieron la pista de Anillaco, que en vez de una chicana le construyeron a Duhalde un rulo como el de las pistas de autitos eléctricos que ni siquiera Schumacher lo pasaría.

     Menem se baja, se salva de hacer un papelón el domingo, y puede decir después que no perdió; de paso denuncia una persecución política o fraude o algo así, y por último, lo deja calentito al oficialismo que quería ver como Kirchner “reventaba las urnas” con más del 60% de los votos, y se convertía así en un monstruo de la legitimidad política.
Y no importa si la decisión fue del bisilábico turco: Men-em; o de sus bisilábicos colaboradores: Pie-rri; Bau-zá; Ko-han; Ko-rach; Pa-tti, que demuestran ser simplemente la mitad de un tetrasilábico A-ta-na-sof, que los mira del otro lado del ring con cara de bronca. Que no se diga, pero Scio-li era menemista a causa de su apellido, y le hizo una “vendetta” a sus ex-compañeros pasándose a la barrita de Du-hal-de, que tiene tres sílabas y por lo tanto no es menemista. No importa de quien haya sido la decisión, ya está tomada y el resultado para el gobierno puede ser desastroso si no lo sabe manejar. Del lado menemista esta actitud no hace más que profundizar el odio ya existente que le tenemos la gran mayoría del pueblo argentino, y nada más, mientras que para sus leales quedará como un mártir de la política.

     “Martí hubo uno solo y fue cubano, y luchó con su letra en contra del imperialismo” se exaspera un militante del PC, al cual tengo que explicar que yo dije mártir y no Martí, y entonces se calma. Por todos lados veo y escucho que dicen “lo de Menem es una vergüenza”, “le tomó el pelo a la gente”, “no respeta la constitucionalidad”, “no tiene palabra”, etc. Y muchos luego concluyen: “y bueno, es Menem”, con lo cual colocan al ex patilludo en un reservorio de especies exóticas del cual los demás políticos se salvaron de ir, por ahora. Y… la cara de mono ya la tiene, así que debe haber entrado al exotismo por su aspecto físico más que por sus características mentales. “¡Por eso es un animal político!” me dice un amigo emocionado por haber descubierto el significado de esa frase. Menem, con todo lo que él implica, es un fuera de serie en el imaginario nuestro, por eso hace lo que hace, por eso daña de esta manera a la democracia argentina. Pero yo me pregunto si la decisión de Menem no es acaso el ejemplo más ordinario de lo que la mayoría de los políticos hacen todos los días: cagarse en la gente. Una vez más, un político representa sus propios intereses, se representa a sí mismo en vez de representar a los que lo votaron, a sus representados que lo querían ver con la banda presidencial puesta. Esta decisión de Menem no hace más que separar cada vez más a los políticos de la gente, justamente en un momento en que los defensores de la democracia representativa se llenan la boca hablando de que las elecciones del pasado 27 de Abril sepultaron el “voto bronca” e hirieron de muerte a los que todavía buscamos otra forma de democracia, más participativa y menos delegativa, en donde el voto no sea más que una anécdota dentro de la participación de todos en las decisiones de Estado.

     Esto que hace Menem le duele a Duhalde por muchas cosas, pero por sobre todo por haber golpeado a esta democracia representativa de manera grosera. Y cuando todo llevaba al fortalecimiento de las instituciones, a la creencia del pueblo en la democracia, al alejamiento del caos y el advenimiento del orden constitucional, aparece Carlos primero de Anillaco y hace tambalear todo. El turco acaba de ponerle la cereza que faltaba al postre de la mentira electoral, desnudando la miseria de los políticos que votamos.


Nota: no me chicaneen con que Kirchner también es bisilábico.

Ir a la portada