Voces lejanas Por Miguel Espinaco
El salón de actos del Colegio Nacional está convertido en un amontonadero de personas y de cosas. En el medio, una columna de bártulos de ésos que hay que poner en algún lado para que los evacuados tengan lugar para demarcar apenas su intimidad negada, aunque sea por el orden virtual de los colchones desparramados por el piso.
Las voces cuentan relatos repetidos: "Barrio San Lorenzo fue casi de los últimos que entró el agua. Yo estaba escuchando la radio, pero avanzó tan rápido, vino tan de golpe. Eso fue al mediodía, mientras yo estaba juntado algunas cositas, documentos, algunas cosas más importantes, no pudimos sacar nada más que documentos y.... los chicos. " dice María Rosa. "Yo me enteré por Santa Rosa de Lima, tengo mi hermana ahí, yo fui a verla, y yo pensé que el agua no iba a llegar tan rápido. Cuando yo fui a verla tenía el agua ahí a la mitad nomás, entonces dije no va a llegar le digo yo a mi hermana, después a la tarde vengo y me fijo así te doy una mano, no alcancé a llegar a mi casa ahí en Mons. Zaspe al 4000, en barrio Alfonso, que ahí ya llegó el agua de golpe, no nos dio tiempo a nada, no se como salimos y los alcancé a sacar a mis chicos y a mi suegro. Dicen que avisaban por televisión, pero como uno no ve nunca los noticieros, trabaja todo el día...." cuenta Susana. Las voces cuentan relatos que pueden escucharse en cualquier otra parte de esta ciudad rebosante de anécdotas terribles, pero hay algo no en lo que dicen sino en el como lo dicen, es que no llego a detectar la bronca, apenas hay resignación. "Yo por lo menos, en mi familia perdieron todo, porque pasó el techo el agua, no dio tiempo a nada. Menos mal que yo no vi cuando avanzó el agua, porque a mi me agarra un infarto." dice María Rosa, y yo juego a pensar cómo hablaría yo si fuera el reporteado, si fuera yo el que vio su casa debajo de dos metros de agua y de barro. "Quise cruzar el asfalto, la avenida, y ya me daba el agua acá y todavía no había llegado, pero después, hasta la avenida, hasta el Piloto llegó el agua" dice y yo entiendo hasta allá, hasta tan lejos, hasta el asfalto que es tan lejos, y a lo mejor porque el escenario ya me había predispuesto yo me dedico a detectar distancias, lejanías, a tratar de ubicarme del otro lado del micrófono, del lado desde el que habla María Rosa, tan lejos del asfalto. "Estaban diciendo que donde bajaban los colchones lo estaban vendiendo a diez pesos, las cajas de provista. Esto pasó lo mismo que cuando hubo la guerra de las Malvinas, un choreo bárbaro, acá andan los políticos, pero para robar, nada más. Acá están dando zapatillas rotas, la comida cruda, está bien, yo no como, porque además a mi me subió la presión qué voy a comer. Y tenía que hacerme operar, ahora no se que voy a hacer yo sin nada. Yo por lo menos que no tengo ni pensión, soy sola, no tengo nada, no sé si las paredes habrán quedado paradas, no sé. Cuando daban la caja hace un tiempito atrás, acá se tiene que comer por edad, si no tenés 70 años no te dan. Le dan a la gente que tiene hijos chicos, y de aquí que yo tenga 70 años me moría de hambre. Ahí hay un robo tremendo de cajas" me dice, y yo ya no se bien si sigue hablando de estos días, de después de la catástrofe, o si habla de antes, cuando ella ya era de algún modo una inundada. Los chicos siguen jugando a los gritos pero el que duerme enroscado en la frazada sigue como si tal cosa, ya se debe estar acostumbrado a este delirio y por eso ni da señales de escuchar al megáfono rojo que grita que llegó la doctora Marinelli para atender las urgencias pediátricas. Tengo que hacer un esfuerzo de atención para escuchar cuando Susana responde a mi pregunta sobre si charlan entre ellos, si debaten qué hacer, cuando Susana me arroja en la cara la otra lejanía: "acá cada uno habla con su familia, nadie se acerca, salvo unos chicos que son conocidos del barrio, nada más, porque después con nadie más podés hablar. Aparte roban muchas cosas acá, si vos dejás ropa afuera cuando salís no la ves más, y no podés culpar a nadie porque viste que es para pelea, discusiones..." Yo digo que sí, claro, pero me quedo pensando de nuevo en la distancia, en qué dificil va a ser todo. Pregunto sobre el qué hay que hacer y me entero de que nadie está de acuerdo con las carpas, especialmente por los chicos, insisto sobre qué habría que hacer con la plata que va a llegar a baldes: "ayudar la gente, levantar algo para el que no tenga la pieza, por lo menos que la hagan hacer, que den para comprar material o que compren ellos y uno lo hace levantar, busca una persona. No se, hay que ocuparse, y también hay que reforzar los terraplenes. Esto estuvo mal ahí, porque no recorren, no miran, no puede ser, habiendo tanta plata que se perdió aquí en Santa Fe. Y en Argentina que esté pasando esto, hay muchos robos, es una cosa bárbara" y de golpe me está hablando de nuevo del ahora, a mí que le había hablado de baldes de plata. "Acá también se están poniendo más o menos, porque si están llegando embarcaciones, cosas cargadas de ropa nueva, de marca están diciendo, o así no sea de marca, pero aquí se está dando muy poquita, lo anotan, que ya sacaste. Nunca tienen zapatillas, no hay número. Y la ropa donde está. Te dan ropa rota, zapatillas rotas, por qué, se tiene que elegir la ropa y que te den un trapo como la gente, porque para andar así, andamos como vinimos....". Susana desconfía, pero la resignación da casi miedo "no sabés si te van a dar todo lo que te prometen, la casa, las cosas que uno compró con tanto sacrificio, los muebles, todo eso, andá a saber si te lo van a dar, ojalá así sea" dice pero se nota que ella no lo cree. Cuando hablamos de responsabilidades, Susana también marca distancias: "ni idea, ni se como pasó, ni te da tiempo a pensar porque el agua se vino de golpe. Será por alguna imprudencia de alguien que no hizo nada, no sé porque yo no entiendo mucho, es la primera vez que me toca esto" pero se permite una broma para terminar el reportaje que deja entrever que no es verdad que ellla no entiende mucho: "En esta provincia nadie va a votar. Van a salir perdiendo los políticos acá". Juan también tiene algo que decir sobre las responsabilidades: "lo que dicen los comentarios es que hace diez años que estaba previsto que iba a pasar esto y no levantaron ningún terraplén. Esperan lo último para evacuar la gente. ¿la plata que se gastó ahora porque no la invirtieron en terraplen? Esperan a último momento para tener otro problema" Y así como al pasar deja anotada otra distancia: "espero que esté Reutemann para recibir esa plata, sino se van a robar todo" y yo que noto la disonancia insoportable entre sujeto y predicado repreguntó ¿usted confía en Reutemann, no? "plenamente", me dice, y entonces descubro que está hablando bien en serio.
Y así, pensando en esas voces tan lejanas camino algunas cuadras hasta la escuela Normal, porque sé que en la puerta hay una asamblea de evacuados.
Lejanías que construye el poder para sobrevivirse, distancias que van a hacer las cosas tan difíciles. |