El negocio de la reconstrucción Por Miguel Espinaco "No es hora de discutir responsabilidades" repiten los funcionarios, “No es hora” repiten como loros los formadores de opinión de la mayoría de los medios de difusión santafesinos, los políticos peronistas, los radicales y hasta los seguidores de la Carrió. No es tiempo todavía, dicen de muy buena fe muchos de los tantos voluntarios que aparecieron a salvar la ciudad cuando el gobierno no estaba.
Este razonamiento, que a primera vista puede aparecer como muy razonable en medio de la crisis, tiene por lo menos dos defectos que lo convierten en una trampa apenas disimulada. Por un lado, el gobierno – lejos de obedecer su propia consigna - siembra el debate público de balances, ellos no se privan para nada de apilar “conclusiones sobre las responsabilidades” destinadas a instalar el reino de la confusión en la cabeza de los santafesinos.
Para curarse en salud
Todo lo que se dice está destinado a instalar la confusión pública, pero como los creadores de la confusión masiva tienen claro que la mentira tiene patas cortas, como saben que se viene una ola de reclamos y exigencias, han llenado preventivamente la ciudad de militares. Un total de 1.600 hombres del Ejército están ya en la ciudad y a pesar de que no se cansan de afirmar que vinieron a ayudar y a dar seguridad, no olvidaron traer una brigada antimotines para curarse en salud.
Parece mentira, pero a los funcionarios políticos que estuvieron ausentes en la catástrofe no se les ve una pizca de arrepentimiento. Lejos de ese sentimiento tan humano, que hizo imaginar suicidios a la gente común, están enteramente dedicados a montar a paso redoblado, un operativo de pinzas para el incierto futuro que se les avecina. Mientras intentan desesperadamente barrer la verdad debajo de la alfombra, preparan la seguridad del poder, porque ahora tienen una nueva razón de peso para conservarlo: el jugoso negocio de la reconstrucción. Por otro lado, el otro defecto de este razonamiento que ellos pretenden hacer sonar tan oportuno y humanitario, es que el debate sobre las responsabilidades está directamente vinculado al debate sobre el futuro, no son para nada dos cosas distintas. Porque si quedara claro que el gobierno es el responsable de este desastre, ese gobierno quedaría automáticamente deslegitimado para dirigir la solución de las tareas que demandará la reconstrucción, quedaría claro que son los mismos evacuados y los mismos voluntarios quienes tendrían que meter mano para manejar esa tarea. A riesgo de ser insistentes, entonces, habrá que insistir en el hecho de que un tercio de la ciudad de Santa Fe se inundó porque no se terminó un pequeño tramo de terraplén a la altura del hipódromo, un tramo tan pequeño que ahora, después del desastre, fue cerrado en apenas unos días. Por ahí, por esa brecha, entró toda el agua que entró y quedó embalsada por las defensas devenidas de solución en trampa. Y el agua entraba, porque no se terminó una pequeña obra. Esa lectura, tan sencilla y tan escondida por el gobierno y por sus acólitos mediáticos, resume la cuestión del pasado y también deja entrever la del futuro. Porque como si se tratara de una monumental metáfora del capitalismo, las causas de esta inundación se remontan a un negocio y sus consecuencias abren la perspectiva de uno nuevo que hace relamer a políticos y empresarios: el negocio de la reconstrucción. La justificación de por qué la causa del desastre tiene que ver con un negocio se la vamos a dejar resumir a Duhalde, quien intentando hablar bien del gobierno santafesino dijo textual: "tal cual vengo insistiendo desde el primer día, Santa Fe, por tener una excelente administración, no requirió como otras regiones del país, ayudas extraordinarias". Habría que agregar que la contrapartida de esta “excelente administración” fue, entre otras, el terraplén que no se hizo, el desmonte de las áreas técnicas que podrían haber previsto el desastre y el de las que podrían haber tenido previsto un diagrama de evacuación eficiente por si las moscas. El déficit cero del ministro Mercier, los deberes bien hechos por el gobernador Reutemann para que el Fondo Monetario y los acreedores externos siguieran llevándose sin molestias camiones de dólares del país, la cuidadosa defensa de los amigos del gobernador - los “productores agrícolas” - empresas terratenientes millonarias que nunca pagaron impuesto especial alguno, el negociado del Banco Provincial que dejó como incobrables eternos por 300 millones de dólares a las empresas cercanas al poder, los subsidios a los grandes grupos económicos como ese por otros 300 millones que se le dio a la General Motors para que instalara una planta fantasma en el sur de la provincia, son los componentes de esta administración aplaudida por Duhalde, la misma que se ganó con estos “éxitos” los aplausos del fondo monetario que lo designó su delfín. De más está decir que con toda esa plata que se usó para otra cosa, que con todos esos dólares que la política de Reutemann mandó a bolsillos selectos, podrían haberse hecho suficientes terraplenes. Pero ya se sabe: el negocio es el negocio. Las consecuencias son, sin ninguna duda, muchas y terribles. Santafesinos que perdieron parientes y amigos, gente sin casa, tantos que han perdido todo lo que habían comprado cuota a cuota y con demasiado esfuerzo. Sin embargo, para políticos y empresarios, la consecuencia también se resolverá en la misma palabreja, la consecuencia es vista también como negocio. Basta con imaginar las computadoras de las empresas contratistas trabajando a toda máquina ahora que planean juntar la gran tajada de los millones que ya están viniendo (ver recuadro “La reconstrucción en números” en esta misma página) basta con imaginar a los políticos de esta provincia, sospechados en todas las privatizaciones que se hicieron en la provincia, pensando en la plata que sobrará como para que las banelco se meneen en una especie de paraíso de la coima. Pero, por si la imaginación no alcanza, no está de más ver un poco en que han andado los políticos. Basta con un pequeño racconto.
El sábado, en una patética conferencia de prensa,
Los números de la reconstrucción
Como a veces un número dice más que mil palabras, preparamos el siguiente resumen de los valores de los que estamos hablando en este negocio que les quita el sueño a empresarios y políticos:
Y para aclarar un poco más las cosas todavìa, traduzcamos que este importe significa:
100 puentes colgantes como el que se reconstruyó en Santa Fe
3 puentes Rosario Victoria
200 sueldos enteros a todos los trabajadores de la administración pública de Santa Fe
9.300.000 pagos de planes trabajar Los diputados radicales no se quedaron atrás. Rápidamente, escribieron un proyecto de ley para que no los dejaran afuera en el que proponen hacer una comisión para manejar el fondo de reconstrucción, una comisión totalmente formada por políticos: un integrante del poder ejecutivo, un representante de cada bloque, uno de la municipalidad, uno del poder judicial y uno de la universidad. Como para que no quede tan feo, se acordaron de invitar a las entidades intermedias que soliciten su inclusión, eso sí, con voz pero sin voto, no vaya a ser que vengan a arruinar la fiesta. El gobernador Reutemann, mientras tanto, ya acuñó el término “refundación” para darle visos de epopeya a la danza de los millones y – según cuentan algunos – está pensando seriamente en postularse como intendente de la ciudad para no perder su lugar en la mesa del reparto. Todos, absolutamente todos los famosos representantes - que al momento de la inundación representaron nada más que el desmanejo y el caos – se aprestan a agarrar de nuevo bien firme el timón, ahora que vuelve el ansiado momento de los negociados a los que nos tienen lamentablemente acostumbrados. Ahí están mientras tanto los evacuados y los voluntarios, tapando los agujeros, tratando de conseguir los alimentos, los colchones, la ropa que hace falta, ahí están preocupados porque el gobierno pretende esconder a los evacuados en carpas, correrlos como objetos que molestan, ahí están buscando los medicamentos que no aparecen, haciendo eternas colas para tratar de sobrevivir. Pero entre toda esta inmensa tarea habrá que hacerse necesariamente un rato para debatir cómo se garantiza que la plata que viene sirva realmente para que los santafesinos tengamos casa, comida y una ciudad en la que vivir, para pensar cómo se logra que todo ese dinero no termine perdiéndose por enésima vez en los bolsillos de esos empresarios y de esos políticos que ya están calientan motores en la línea de largada. |