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¿Una fecha pasada de moda?

Por Miguel Espinaco

     La historia del mundo tiene demasiadas volteretas como para que una simple fecha, una recordación cualquiera, sobreviva por siempre. Esto, dicho así, puede parecer una perogrullada, pero la verdad es que el estar inmersos en una determinada cultura nos hace pensar casi como un reflejo en la trans-historiedad de esa cultura, en que todo será siempre así porque casi es una ley de la naturaleza o de los dioses. Y las fechas, las conmemoraciones que hacen parte de los mitos fundantes de esa determinada cultura, se nos presentan también como eternos.

     Sin embargo está clarísimo que se podría hacer un esfuerzo de imaginación y pensar en una realidad de dentro de un par de siglos, por ejemplo, en la que el 25 de mayo o el 9 de julio - fechas que desde la primaria hicieron parte de tu propia historia - hayan perdido totalmente su significado, así como podría pensarse en un futuro en el que el 4 de julio, fecha de la independencia norteamericana, sea nada más que una referencia histórica conocida por algunos eruditos. La dificultad de imaginar esas culturas posibles remite a la primera frase y la hacen necesaria: la historia del mundo tiene demasiadas volteretas como para que una simple fecha, una recordación cualquiera, sobreviva para siempre.

     El hecho de que nos hayan acostumbrado a pensar que siempre todo es igual, que lo que fue cierto "en el 510 en el 2000 también" como diría Discépolo, no cambia la verdad de esta afirmación. Nadie, que no sea un estudioso, acertaría a señalar en el calendario las festividades del imperio romano, y hasta los mismísimos dioses de los griegos que reinaban sin oposición desde el Olimpo, fueron relegados a las cátedras de historia y reemplazados por otros dioses más funcionales a las nuevas culturas.

      En este marco no resulta exagerado preguntarse si el primero de mayo es o no una fecha pasada de moda. Para arrojarla de la vida presente a las manos de los eruditos, habría que demostrar primero que no existe, que no tiene más derecho histórico a existir la cultura que le dio razón de ser. Al fin de cuentas, para que perdieran vigencia el 9 de julio, o el 18 de julio uruguayo, para hablar de un recordatorio de otro país, debería pasar a la historia de la cultura el concepto de patria y el concepto de estado nación al que está ligado. El 4 de julio, el 9 de julio, el 18 de julio, existen como fechas símbolos que dan coherencia a una cultura, a una idea, que es la idea de nación y cuando esa idea pase a la historia, las fechas que hacen parte de sus mitos fundantes habrán pasado también a la historia.

      El primero de mayo no es una excepción, es también símbolo de una cultura, en este caso de la cultura obrera, del patriotismo de clase que hace que un trabajador argentino se sienta compañero de sufrimientos y de luchas de otro trabajador de cualquier parte del mundo, antes que "conciudadano" o "compatriota" de un tipo como Macri, por ejemplo, todo un símbolo del estado de cosas que le hace pasar las de Cain. ¿Este concepto, la necesidad de este concepto, está pasada de moda?

     La historia del primero de mayo que se ha devaluado como fecha de lucha, es la historia de la devaluación que la idea del cambio social ha sufrido a manos de los que pretenden que todo sigue igual porque así les va muy bien. Su origen tiene que ver con la lucha y con la represión. Fue instituida como jornada de lucha por la segunda internacional en 1889 para reivindicar las gigantescas movilizaciones que buscaban imponer la jornada laboral de 8 horas y para recordar a los mártires de Chicago que habían sido asesinados por la "justicia" de los patrones. ¿Esta música suena, acaso, pasada de moda? ¿No se trabaja hoy mismo muchos más de ocho horas, aunque como contracara y complemento muchos no tengan trabajo? ¿No aparecen la policía y la gendarmería ante cada protesta? ¿no producen muchas veces nuevos mártires a tiro limpio?

      La historia siguió, y con el correr de los años las maquinarias de aniquilar la memoria funcionaron a pleno. La sangrienta burocracia soviética que se adueño de la revolución rusa para hacerla pedazos, convirtió el primero de mayo en una fecha propicia para exponer su poderío militar con grandes desfiles, como para decirles a los trabajadores del mundo: "esta es la cultura de los trabajadores, este estado militarizado, lleno de alcahuetes, de jefes políticos que no laburan y viven bárbaro. Esta democracia de las patotas y de los corruptos es la cultura obrera". Estas montañas de falsedades ¿están pasadas de moda? ¿no se parecen demasiado a los sindicatos de hoy mismo?

      Pero muchos más pusieron su grano de arena para devaluar el primero de mayo. Los gobiernos "nacionales y populares" como el peronismo en argentina, le mutaron el nombre y lo convirtieron en el día del "trabajo", fecha propicia hasta para elegir reinas sindicales del trabajo, para cualquier cosa que sirva para borrarle su contenido de lucha, para convertirlo en otra cosa, en una fiestita que no tuviera nada que ver con la vida real que incluye la explotación del hombre por el hombre, el laburar cada día para que otro se llene los bolsillos. ¿Pasado de moda? ¿No juntaron votos los candidatos defensores de los negocios empresarios, hablándoles a los mismos trabajadores a los que le hacen ajustar el cinturón todos los días? ¿no llegan al poder con millones de votos de gente que pone el hombro?

      Tambien la iglesia, que no podía dejar de colaborar en esta lamentable tarea de borrar la historia, declaró - bajo el mandato de Pío XII - al primero de mayo como festividad de San José Obrero. Nada mejor que mezclar un santo en el asunto para desdibujar aquel origen de lucha, llevada adelante en la mismísima tierra para cambiar las cosas. Pero claro: mire al cielo, rece al nuevo santo, y mientras tanto aguante, parece decir la iglesia ¿suena pasado de moda?

      Nada de esto parece realmente historia, porque lo que no ha pasado de moda todavía es la cultura del capitalismo que divide al mundo en dos. Trabajadores y dueños del capital. O mejor, digamos propietarios y proletarios, para usar aquel juego de palabras que inventara Adelina de Viola hace ya algunos años y con otras intenciones.

      Mientras esa realidad se sobreviva será necesario que los trabajadores defendamos nuestra propia cultura, nuestra propia visión del mundo, nuestro punto de vista que nunca debería mezclarse con el de los banqueros y con el de los empresarios, ni con el de sus representantes políticos y sus economistas que les cuidan los negocios. Mientras esa realidad se sobreviva, el primero de mayo seguirá siendo una fecha actual, y habrá que seguir defendiendo su carácter de símbolo de la lucha internacionalista y anticapitalista que lo puso en la historia, en esta historia actual y persistente del capitalismo, en esta historia que nos toca vivir y cambiar porque así ya no se puede.

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